Una de las cosas más complicadas a la hora de facilitar es conseguir silencio en una sala donde hay varias conversaciones a la vez. ¡Y cuantas más personas más difícil todavía! La tendencia para hacer silencio es pedirlo en voz alta, lo que genera más ruido y suena contradictorio pedir silencio haciendo ruido, ¿no?
Para estos menesteres existe una herramienta sencilla a la par que potente para conseguir silencio de una forma rápida y efectiva, independientemente del número de personas. Se llama silencio autoorganizado.
¿En qué consiste? El silencio autoorganizado tiene una única regla, cuando vea a alguien con la mano levantada y en silencio, simplemente le imito, es decir, levanto la mano y dejo de hablar. De esta forma, el silencio se va “contagiando” de forma orgánica en la sala y conseguimos que todo el mundo deje de hablar en apenas unos segundos.
Aunque es una herramienta sencilla, hay que tener en cuenta algunos puntos importantes como facilitador. Puede sonar obvio pero es importante presentar esta dinámica al inicio de la reunión, si es la primera que estás con ese grupo de personas, o al comienzo de una relación de acompañamiento para que la conozcan. Si no lo haces y la utilizas te verás con la mano levantada, en silencio, y con un grupo de personas mirándote extrañados. En ocasiones funciona sin haberla introducido, pero si puedes presentarla antes mejor.
A la hora de presentarla es importante aclarar que la regla es estricta y debe ser cumplida en su conjunto, es decir, levantar la mano y dejar de hablar. No sirve levantar la mano y seguir hablando, y tampoco sirve ver a alguien con la mano levantada y seguir hablando. Puede ocurrir que varios grupos de personas estén muy enfocados en su conversación y no se den cuenta de que alguien ha levantado la mano. Como facilitador te puede servir acercarte a ese grupo, siempre con la mano levantada para llamar su atención sin hablar, simplemente colocándote en su zona de visión. También ocurre que el mero hecho de dejar de escuchar el ruido de las conversaciones de forma más o menos repentina, haga que les llame la atención y miren a su alrededor.
Lo bueno de esta forma de hacer silencio es que no sólo es el facilitador quien es portador del silencio sino que cualquier persona puede levantar la mano en un momento dado para solicitar silencio.
He visto conseguir silencio en una sala con más de 150 personas bebiendo sidra en menos de 5 segundos a través de esta fantástica dinámica. Así que su eficacia está más que demostrada.