En mi día a día converso con personas que opinan que esto del agilismo no es para proyectos serios, de amplio alcance o de larga duración, dicho de forma elegante. Creen que lo de Scrum, Kanban, Lean Startup, Design Thinking y todas las herramientas son para el patio del colegio, para jugar con post-its. Que los que buscamos implantar esta nueva forma de pensar somos un poco abraza-árboles amigos del buenrollismo. Nada más lejos de la realidad.
Si nos enfocamos en las prácticas del agilismo, puede parecer algo poco serio o muy poco formal. Utilizamos material que es efímero (tableros kanban donde después de cada sprint tiramos lo que ha llegado a la columna del Done), que en la cultura Agile no se documenta (un argumento recurrente que ha sido malinterpretado), que lo de facilitar sesiones a través de juegos es poco serio. Quizá tengan razón y yo sea algo infantil, sin embargo, si así lo creen es porque no han rascado en la profundidad de las metodologías ágiles. Lo que está por debajo de todas esas prácticas es una cultura, una nueva forma de pensar y relacionarse.
Ser ágil está relacionado con la colaboración, donde todas las partes ganan, no hay departamentos sino compañeros que aportan su trabajo en la cadena de entrega de valor. La actitud ágil está relacionada con ser transparente en las intenciones que tenemos para poder alcanzar un acuerdo donde ambas partes ganan. Se trata de una nueva forma de relacionarse donde un error en el software en producción es comunicado proactivamente a los stakeholders. Se trata de eliminar el desperdicio en los procesos aceptando que como hacíamos nuestro trabajo en el pasado ya no aporta valor. Consiste en depositar la confianza en que el producto será entregado con la mejor calidad gracias a la responsabilidad y compromiso del equipo. Eso es ser ágil.
Y hace falta mucha valentía para levantar el teléfono y decirle a un stakeholder que el sistema en producción se ha caído o para compartir en la daily que ayer cometiste un error gordísimo. También hace falta dejar atrás hábitos y creencias para dejar lugar a nuevas formas de trabajo y de pensar. Hay que escuchar a nuestro ego cuando sentimos que nos quedamos atrás y buscar una alternativa. Si eso es poco serio, pues sí, efectivamente ser ágil tiene muy poca seriedad.
Ahora bien, si tan fácil es ser ágil, ¿por qué no empiezas hoy mismo? Básicamente porque no hay huevos.
Te reto, te reto dos veces.
+1!