Design Thinking, o también conocido en su traducción al castellano como Pensamiento de Diseño, se refiere a una metodología de trabajo para crear productos innovadores basados en las necesidades descubiertas del cliente. Aunque este término esté muy de moda ahora, en realidad tiene su origen a finales de los años setenta, en Estados Unidos. Fue en ese momento cuando se empezó a aplicar este enfoque como proceso de trabajo para construir ideas innovadoras con un impacto real en las empresas y en el ciclo de vida de los clientes. También es utilizado para mejorar los procesos y procedimientos internos de una organización.
Por qué hablar de Design Thinking
Habitamos tiempos sumamente complejos, tiempos de mucha incertidumbre donde el cambio es lo único que permanece inalterable. Desde luego si Heráclito levantara la cabeza encontraría en esta época el ejemplo claro de su filosofía. Estos cambios se suceden de una forma tan veloz que nos sentimos aturdidos, abrumados en muchos momentos.
Ante este paradigma socioeconómico tan esquizoide, y la acelerada transformación tecnológica que estamos viviendo desde hace años -acrecentada con la pandemia- algunas organizaciones se han visto obligadas a redefinir su concepto de «empresa orientada a producto y servicio» por «empresa tecnológica centrada en cliente». Pero, ¿qué implicaciones tiene para las empresas este cambio de estrategia?, o dicho de otro modo, ¿qué nuevas formas de trabajo se precisan? Con la intención de responder a las necesidades que emergen de este nuevo modelo estratégico, se piensa en la aplicación de la metodología de Design Thinking en las organizaciones.
Cómo conseguir la innovación
Esta pregunta no admite una solución concreta y rápida, pero creo que nos ayuda a pensar en aquellas condiciones que posibilitan que dicha innovación aflore en una organización. ¿Cómo podemos generar contextos innovadores poniendo en práctica nuestra creatividad? Sabemos que aquellas empresas que satisfacen las necesidades de sus clientes con productos y servicios adaptados al mercado, se convierten en organizaciones adaptativas, capaces de aprovechar la diversidad de talento para mejorar.
Pero volviendo a la idea de cómo conseguir la innovación, resulta necesario subrayar que ésta no es una creatio ex nihilo, es decir, «no nace de la nada», sino más bien a partir de un trabajo de investigación y de acercamiento profundo hacia un problema complejo que queremos resolver. En este sentido, las distintas fases del proceso de diseño nos ayudan a plantearnos el por qué de lo que hacemos y el cómo. Veamos, a continuación, en qué consiste brevemente el Design Thinking.
El proceso de Design Thinking
El proceso de Design Thinking encuentra su mayor fortaleza en su naturaleza flexible, pues no sigue un proceso lineal en su aplicación, sino más bien de ida y vuelta. También en su carácter interdisciplinar hallamos un gran aporte de valor, ya que permite integrar diferentes campos de conocimiento (antropología, psicología, filosofía…) para aproximarse al problema planteado. Es por este motivo que la puesta en marcha de esta metodología de trabajo precisa de la creación de equipos multidisciplinares. Solo cuando involucramos en el proceso de diseño a personas de distintos departamentos de la empresa que traen a sus espaldas un background y una experiencia diferentes, puede abordarse el problema de una forma innovadora, es decir, rica en miradas.
Y dicho esto, ¿en qué consiste un proceso de Design Thinking? Resumiendo mucho podemos decir que consta de cinco momentos clave:
- Momento de empatía. Lo que suele expresarse como: ponerse en los zapatos del usuario final. Acercarnos a nuestros clientes como personas que son para descubrir sus necesidades.
- Momento de definición. Exploramos el problema o reto inicial para después definirlo, por medio de diferentes técnicas.
- Momento de ideación. Dejamos que afloren las ideas en el equipo porque todas son válidas. Nos importa la cantidad de ideas, no su calidad.
- Momento de prototipado. Una imagen vale más que mil palabras, y así es. En esta fase la idea se materializa en una primera prueba. Una maqueta o dibujo de la idea, podría servir al equipo para comprender, opinar y evaluar dicho concepto.
- Momento de testeo. Partiendo de unas hipótesis establecidas en el diseño de nuestro prototipo, evaluamos con los usuarios finales dicho prototipo para conocer sus puntos de mejora.
Dicho esto, no entraremos en detalle en cada momento, ya que no es nuestro objetivo aquí.. Únicamente queremos que conozcáis cuáles son las características generales que guían el proceso de diseño.
Representación gráfica del proceso de Design Thinking (pensamiento de diseño).
Cómo podemos contribuir en las organizaciones
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