Si hay una palabra que está de moda en el mundo de la gestión de proyectos, agile y las startups es la palabra feedback. Lean Startup lanza un producto para recibir feedback del mercado, Scrum utiliza ciclos para recibir feedback del producto (las review meetings) y los coaches nos pasamos el día diciéndole a las personas ¿quieres feedback? Pero ¿qué es el feedback?

Jugando con la palabra en sí misma, feedback es: feed, alimentar, back, de vuelta. Feedback, alimentarse de vuelta. Cuando recibimos feedback estamos obteniendo información que, a priori estaba oculta, y que no teníamos a la vista. Es decir, tenemos una visión nueva de la realidad que antes no teníamos. Nos alimentamos de las visiones del mercado, los stakeholders y otras personas. En resumen, el feedback es una perspectiva diferente a la que yo estoy viendo.

¿De qué me sirve tener la perspectiva de otras personas? En Thinking With You pensamos que cada persona tiene un trozo de la realidad, cada uno atesoramos una verdad, la nuestra. Sólo cuando juntamos varias verdades, tenemos más información sobre dicha realidad, sin llegar nunca a estar del todo completa. Cuantas más visiones, cuanto más feedback tengamos del entorno, más completa será nuestra realidad. Esto sirve para tomar decisiones más inteligentes o más ecológicas.

Hemos visto qué es el feedback, pero ¿cómo se da feedback? Existen infinidad de libros sobre cómo dar feedback (os recomiendo la lectura del libro “Comunicación No Violenta” de Marshall Rosenberg, que plantea un marco de empatía muy completo para recibir y dar feedback) y no seré yo quien intente resumir en pocas líneas cómo dar buen feedback.

Lo que sí voy hacer es una pequeña lista de guías que a mí me ayudan a dar y recibir feedback:

  • Normalmente pienso que la gente no tiene maldad y lo hacen de la mejor forma posible dadas sus vivencias y sus habilidades.
  • Cuando doy feedback intento exponer hechos concretos observables para cualquier persona ajena a lo que está sucediendo.
  • Exponer los emociones que me provocan los hechos si es que lo ocurrido tiene que ver conmigo.
  • No juzgar a la persona sino exponer comportamientos.
  • Evaluar los hechos desde las consecuencias que han traído, es decir, algo no es bueno o malo, las acciones tiene tales o cuales consecuencias.
  • Pedir permiso para dar feedback, de esta forma no estaremos “metiéndonos donde no nos llaman”.

Existe una mala praxis en dar feedback, que es, como yo lo llamo feedback de baja calidad. En ocasiones nos encontramos con personas que se acercan a nosotros y nos espetan: “eso es una mierda”. ¡Ole! Como decía antes, veo a las personas desde la bondad aunque la frase “eso es una mierda” aporta poca información, es feedback al fin y al cabo, de baja calidad pero feedback. En mi lado queda la responsabilidad, si lo creo conveniente, de explorar el feedback de buena calidad que hay detrás de esa frase.

¿Para qué tomarse tanto esfuerzo en dar feedback? Soy de la creencia de que no podemos cambiar aquello que no conocemos y en muchas ocasiones tenemos zonas ocultas que no somos capaces de ver por nosotros mismos y que necesitan de una perspectiva diferente. También porque muchas veces funcionamos por suposiciones y creencias que es necesario validar con el entorno a través del feedback.

Creo que cualquier evolución, ya sea personal, profesional o de producto, puede quedar incompleta si no hay una buena cultura de feedback de alta calidad.